En la primera lectura, la mujer aparece más apreciada por lo que hace y rinde, que por lo que es. Cuentan más los brazos que la belleza.
Hay una riqueza humana que tiene más importancia que cualquier otra cosa.
Esa riqueza es
Guardar no es lo mismo que sembrar.
Fructificar no es lo mismo que explicar.
El talento guardado, intacto se convierte en motivo de condenación, lejos de ser un elemento para la salvación.
Ahora. Nuestra oración podrá ser: “Señor, ha cambiado todo gracias a tu talento, a tus dones. Porque… Lo tuyo se ha hecho nuestro, se ha hecho de todos”.